Desde hace unos cinco años a esta parte, surgen y continúan iniciándose campañas cafeteras que apoyan la producción orgánica y sostenible de granos de café. Generalmente son impulsadas por los países intermediarios, quienes de la mano de los países productores, logran productos con características únicas que se comercializan y consumen en los principales destinos consumidores de café.
Un ejemplo es la línea creada hace ya un tiempo atrás, por productores centroamericanos punteros en España e Italia, tratándose de un café único logrado al combinar granos de café verde colombianos, peruanos y hondureños, más un toque justo de cacao que le brinda un dulzor distintivo. Este es un producto con certificación sostenible en un cien por ciento, y no solo se trata de una producción amigable con el ambiente, sino que lo que se recauda por su comercialización, en mayor parte, es invertido en estructuras edilicias como aulas, centros de atención médica, y créditos para las comunidades que lo necesiten en los países productores de Centroamérica.
Otra empresa del estilo es la puesta en marcha en Nicaragua. Se trata del lanzamiento de un café sostenible cultivado, producido y comercializado por mujeres. De esta manera además de la excelente calidad en cuerpo, aroma y sabor del arábiga, se promueve la no discriminación hacia la mujer y se las revaloriza como dueñas propietarias de los campos y empresarias caficultoras, autogestionadas y afianzadas en una cooperativa.
Queridos amantes del café estos testimonios son prueba de que puede logarse algo más allá de un mero negocio, que si se toma la iniciativa puede conseguirse un producto saludable y con la más pura calidad, conservar el medio ambiente y aportar al desarrollo social y económico de una comunidad, en definitiva un verdadero café sostenible.