Etiopía, donde los cafetos arabica crecían de forma silvestre, es la cuna del café, y éste ocupa un lugar central en la historia, la economía y la cultura del país. Por ello, existe allí una ceremonia del café para consumirlo.
Cómo es la ceremonia del café en Etiopía
El café, «bunna» para los etíopes, se toma de manera ceremonial, recorriendo todo su ciclo de vida. Este ritual lento y determinado por reglas centenarias, es la ocasión para la charla y la manera de ofrecer hospitalidad y respeto al visitante. En torno a él se estrechan lazos sociales y familiares.
La representación es más o menos similar, suele estar a cargo de la madre de la familia u otra mujer de la casa. En primer lugar se lavan los granos de café verde y luego se tuestan en un plato sobre el que el café se va dorando lentamente. En las mismas brasas se queman también maderas aromáticas como incienso y sándalo que hacen más envolvente el ambiente y espantan a los mosquitos.
Una vez tostado, el café se muele a mano en un mortero y se vierte dentro de una jarra de barro de cuello estrecho y base ancha llamada Jebena que se ha puesto previamente con agua sobre las mismas brasas hasta que hierve. La forma del recipiente y la pericia de quien lo sirve impide que los posos de café se mezclen con la infusión.
Una vez preparado, el orden para servirlo va desde el invitado pasando por los hombres adultos de la casa y acabando en las mujeres.
En muchas partes el rito se realiza tres veces al día, por la mañana, al mediodía y por la noche, una dosis de cafeína que parece no alterar a sus adeptos.
La ceremonia del café también se realiza de manera similar en Eritrea y parte de Sudán. En general se sirve en varias tomas, por lo menos 3. El primero fuerte, el segundo un poco menos y el tercero mas suave, para limpiar la boca aunque también tiene sentido espiritual.