El Líbano es un país de Oriente que limita al sur con Israel, al norte y al este con Siria, y está bañado en el oeste por el bello mar Mediterráneo. Como toda tierra arábiga, posee tradiciones milenarias entre las cuáles el consumo de café juega un papel importante. Aquí presentamos una propuesta innovadora propia de las tierras libanesas: el consumo de café blanco.
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¿Qué es el café blanco?
Vale decir que tanto este café como el negro utilizan el mismo tipo de grano para ser producidos. Ocurre que con el café blanco, el proceso de tostado se modifica y por supuesto, se obtiene en el producto un sabor tan particular como llamativo, impregnado de suavidad. De esta manera, el café blanco se distingue del café negro en su proceso de elaboración y por consiguiente, el producto final posee características diferentes.
Por ejemplo, existen algunas diferencias ilustrativas que nos permitirán entender lo particular de la bebida y su producción. En el caso del café negro, y dependiendo de la densidad que quisiéramos obtener a la hora del consumo –más fuerte o menos fuerte- los granos de café se tuestan en períodos de tiempo distintos. Más tiempo de tueste, o menos tiempo de tueste, dependiendo el tipo de producto que se quiere obtener. El café blanco, por su parte, se tuesta acompañado de margarina. De esta manera –si bien no llega a ser blanco a pesar de lo que indica su nombre- obtiene una tonalidad más clara.
Una tradición de las más antiguas del Líbano
Entre tantas tradiciones que se reconocen en Oriente y de la misma manera, en el Líbano, el consumo de café se erige como una de las más antiguas. Acompaña sobremesas desde tiempos inmemoriales. No sólo la gastronomía sino también la variedad de bebidas que allí se toman hacen del Líbano una tierra plural y diversa.
La cocina libanesa –reconocida como una de las más sofisticadas del mundo- , nos dice que para una preparación óptima, al café blanco se le agrega una cucharada de azahar –flor blanca del naranjo o limonero- y de esta manera puede ser elaborado. Se obtiene así una enorme suavidad y configurándolo como una interesante alternativa para beber luego de una comida copiosa.
La preparación del café blanco también obtiene en tierras libanesas una forma particular. Se llenan dos tazas de café y se le agregan dos cucharadas abundantes de azúcar. Al mismo tiempo, dos tazas de agua y 4 cucharadas de azahar. Una vez listo, el café blanco está en condiciones de ser servido y disfrutado por los comensales.
El café arábigo es entonces una variedad sin igual y una propuesta propia de la región. En ese marco, el café blanco libanés se presenta como una exquisita alternativa a cargo de la cocina libanesa.